lunes, 19 de marzo de 2018

La indignación de los viejos


Despertó como cada mañana dando gracias a Dios que le había concedido vivir un día más.
Después de leer los diarios del día por internet y tomarse un café, se quedó pensativo mirando los grises de aquella mañana lluviosa y desapacible a través de los empañados cristales del ventanal, pensando en si acudiría a aquella cita que se había propuesto, a pesar de que estaba un poco resfriado y no estaba el tiempo como para ir a manifestarse, aunque fuera por una causa que lo tenía indignado desde hacía tiempo.
                                                                


No era de los peores; su mediana pensión no es que le diera para tirar cohetes, pero conocía a gentes que lo estaban pasando mal, ya que de sus escuálidos ingresos dependían tres o cuatro personas de su entorno, a pesar de que el mandatario caradura e impresentable de turno, tuviera dinero para cualquier eventualidad menos para temas sociales, entre ellos las pensiones de jubilados, viudas o huérfanos y enfermos dependientes, que tenían que pagar una cuidadora quitándoselo de lo más imprescindible, ya que la ayuda a la dependencia no llegaba.
                                                                  


Presumían nuestros gobernantes de que la terrible crisis había pasado, ¿Para quién? ¿Para los jóvenes que contrataban para una semana con un salario de mierda a pesar de estar súper preparados? ¿Para los hombres y mujeres con 45 o 50 años, parados de larga duración, que ninguna empresa contrataba? ¿Para esa gente valiosa por su preparación que habían tenido que emigrar a lejanas tierras?
                                                                   

                                           La Impresentable ministra

Si, estaba hasta los cojo..s de esta clase dirigente que se subían sus prebendas y se blindaban ante cualquier eventualidad. Para ellos el dinero nunca se acababa, y les daba igual que los metieran en la cárcel si habían metido las manos en lo que no era suyo, cuando salieran después de poco tiempo, vivirían a lo grande. Total, en las cárceles a donde los mandaban había ya mucha gente como ellos y estaban distraídos; total aquello pasaba enseguida, y luego a disfrutar de la pasta gansa que se habían llevado. Aquí a la cárcel, pero sin devolver un euro.
                                                                       



Sí. Iría a gritar contra la jauría de lobos que les negaban lo imprescindible; era su primera vez pero estaba decidido, por lo que se abrigó, se puso el sombrero y con el paraguas abierto, se dirigió hacia la parada del autobús de cerca de su casa.
No conocía a la gente que como él se dirigían a la concentración, pero con sus cruzadas miradas se daban mutua fuerza.
No sabía si todo esto serviría para algo, pero que supieran que estaban dispuestos a todo, y que no volverían a votar a estos corruptos desalmados si no solucionaban sus problemas.
Hasta aquí hemos llegado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario