lunes, 5 de marzo de 2018

Incidente en la capital


Habíamos aterrizado el día antes en Madrid con mucha agua y vientos huracanados, y es que iba a ser el cumpleaños de mi nieta Olivia, pero además tendríamos que hacernos cargo de los niños, ya que mi hija y mi yerno estarían de viaje.
                                                                       

Arreglados los niños y desayunados, salimos los tres hacia el colegio a primerísima hora de la mañana, charlando ellos  de sus cosas y de las pequeñas aventuras diarias que habían tenido lugar en días anteriores; nos mojamos un poco desde el coche hasta las escaleras que conducían a sus aulas, y ya con un beso de adiós , nos despedimos hasta la tarde.
                                                                     

Iba mirando el móvil distraído de regreso al coche, y al cruzar un paso de cebra con la seguridad que da el creerte que los coches pararán a tu paso, un vehículo que venía a cierta velocidad pegó un gran frenazo al verme en mitad del paso, con lo que el que venía detrás chocó contra él , y el posterior chocó también con la trasera de su antecesor, y se armó un gran revuelo de coches parados y yo de asombrado espectador “desde la barrera" ya en la acera.
Pitidos, voces de airados conductores, con los afectados tomando nota de sus respectivos seguros, y en esa estábamos, cuando una viejecita que venía con su perro por la acera, también se unió a la algarabía gritando muy airada de algo que no se entendía.
Pero el asombro fue que la anciana se puso en mitad de la calzada con ininteligibles  gritos y propinado paraguazos a todos  los asombrados conductores, hasta que al final llego la policía municipal, que también se llevó algún golpe, hasta que las aguas poco a poco volvieron a su curso, y me pude enterar de que lo que la señora gritaba eran quejas porque su pensión era de miseria y el que se había llevado los paraguazos era un congresista, que además de tener cuatro casas en Madrid, cobraba dietas como si no tuviese techo donde cobijarse.
                                                                         

Y tiene toda la razón; toda la vida trabajando y cotizando para que cuando te jubilas, recibas casi una limosna. Y ya no digamos si eres viuda o huérfano, que no te da ni para comer.
Y encima tienes que escuchar que todo un director del Banco de España te diga que no es para tanto, que tenemos piso en propiedad y no tenemos que pagar alquiler. ¡Qué vergüenza!, y eso encima de tener la clase política  más corrupta de la corrupta España.
¡Pues mucho respeto con los jubilados!, pues se de un partido político que no estaría gobernando si no fuera por sus votos.
La gente está crispada. ¿Por qué será?

En Madrid, a 5 de marzo del 2018

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