lunes, 11 de junio de 2018

De género impresentable


Sucede muy a menudo, demasiado, que hay gentes que  sus ratos de odio la paga quemando contenedores, destrozando cajeros y o a la vez, dejan pintadas y todo destrozado (tierra quemada).
Deberían saber que todos los actos tienen consecuencias, y que “No hagas a nadie lo que no quieras para ti".


Da igual lo que reivindiquen, el caso de su protesta; creen, que será mejor escuchada y sostenida mientras más daño causen. Y ¿Quién es el pagano de todo este desvarío?
Da igual, y si por mala suerte los pilla la policía,  dirán que manifestarse es un derecho constitucional, y que sólo hacen uso de su libertad de expresión.
Pero siempre que observo todo esto a través de la tele,  me pregunto el qué pasaría, si al volver de una de estas reivindicaciones salvajes, este individuo/a se encontrara con el coche, su coche, que estaba aparcado en los bajos de su piso, se lo encontrara quemado o pintarraqueado o con las lunas destrozadas, o que pasaría y pensaría, si hubiesen entrado en su casa y todo se lo hubiesen destrozado o quemado.
                                                                       


Seguro que entonces esta misma persona denunciaría,   protestaría defendiendo su inviolabi lidad frente a los salvajes que le hubieran producido tanto deterioro en su patrimonio.
Lo otro, “no es lo mismo" , lo otro tiene un dueño indefinido o parece que no lo tiene.
¿Cómo creen estos señores, perdón desquiciados, que se compra todo esto que han destruido, y quien lo paga?
Todos. Todos los que religiosamente cumplimos con nuestro deber ciudadano de pagar impuestos. Y seguramente también él de alguna forma.
                                                                       

Escuché un día por casualidad a dos chavales hablando, refiriendo uno de ellos que el cajero del Banco se había tragado su tarjeta, y que aquella misma noche lo había destrozado. Y no me pude contener y le dije: ¿El cajero tiene la culpa de que no tengas dinero?
No se esperaba que nadie interviniera, pero me contestó rápido: “pues me sale de los cojo..s".
Yo lo denuncié a la policía local, me marché a mis labores, y no hubo más nada, pero lo mismo mañana me perjudican.
Todos deberíamos denunciar el deterioro de lo común, de lo que es de todos, y a quienes lo causan si lo sabemos.

En Madrid, a 11 de junio del 2018



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