miércoles, 1 de mayo de 2019

La belleza

La belleza es una apreciación subjetiva de las cosas: lo que es bello para una persona, puede no serlo para otra, a pesar de que nos quieran imponer cánones de belleza y hacernos dudar de nuestras percepciones. 
La concepción de belleza puede variar según las distintas culturas, los años, e incluso tendría que ver con el estado anímico en que nos encontramos. 
                                                               

Más allá de las manifestaciones sensoriales de la vista y el oído, es posible considerar bellas algunas cosas conceptuales y abstractas, como la emoción que sentimos al leer un poema, al escuchar una determinada música que nos enerva y emociona, que como decimos en idioma coloquial, “nos pone los pelos de punta”, o nos hace llorar al sentirnos inmerso en un momento emocionalmente bello. 
                                                                 

Lo opuesto a la belleza es la fealdad, que nos causa descontento en vez de placer, y nos genera una percepción negativa del objeto en cuestión. 
Al pensar en la belleza, se viene a la cabeza gente muy bella y cuerpos perfectos, pero también las caras de la gente que amamos, paisajes bellos o fenómenos de la naturaleza insólitos, momentos compartidos, objetos que veneramos, un orden apetecible y acostumbrado, un minuto mágico del día, y muchas, muchas cosas que se nos ocurrirán. 
                                                                 

Nunca en mi vida me he sentido tan atento con todo lo que me rodea que, en esta época de mi vida, y es que me he acostumbrado a ir mirando cuidadosamente todo, para que no se me escape nada de lo bello, feo, cotidiano, escandaloso, penoso, y demás apreciaciones que se os ocurran. 
                                                               

Concretamente, uno de esos estados anímicos en que sin saber muy bien por qué te quedas extasiado ante algo, me ocurrió el otro día cuando estaba cuidando de mi hermana enferma en el Hospital, y bajé unos minutos a la salida para fumar un cigarrillo, y mi mirada se dirigió a un frondoso árbol que crecía robusto y bello en una zona donde anidaban las grandes máquinas de aire acondicionado, cables, nidos de gorriones y lagartijas, con alguno que otro envase de plástico con los que contaminamos todo. 
                                                                   

Se veían unas hojas inusualmente verdes y bellas con el sol dándoles plenamente, y cómo sus varios troncos no muy gruesos, formaban aquella explosión de belleza que contrastaba con la fealdad que lo rodeaba. 
La belleza puede estar en cualquier cosa o en cualquier lugar, siempre que estemos en ese momento anímicamente mágico y en el que sólo tenemos que ser capaces de verlas, aunque eso de ir mirando hacia todos lados ya me haya causado más de un incidente y dos caídas. 
                                                                     

La belleza puede ser la rosa y las espinas del tallo, puede ser el rostro bello del primer plano de la foto, o el fondo del proceloso mar, ver la luna llena del inicio de la primavera, o esa estrella fugaz que se ha cruzado en nuestra vista, puede ser el regalo carísimo o el papel que lo envuelve. 
Bella eres tú, amada mía, y nuestras manos enlazadas. 

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