miércoles, 8 de mayo de 2019

La decisión

Había ingresado por urgencias muy mal sin saber que tenía, aunque por el tono amarillo de su piel y fondo de ojos, sospechaban que pudiera tratarse del hígado, y llegó a un punto en las veinticuatro horas siguientes, que creían que se moría. 
Se llamaba Mónica, y aunque ya pasaba de los setenta, era una persona de vida y costumbres sanas, era una mujer que vivía sola porque era muy independiente y estaba soltera, pero su familia estaba siempre pendiente de ella. 
                                                                  

Bajaron a valorarla de la U.C.I. por ver de trasladarla, y los médicos hablaron con la familia. 
“Está muy mal, la vamos a trasladar y puede haber dos evoluciones: que reaccione a la medicación y se recupere, o que empeore y empiecen a fallarle las funciones vitales, pulmones, riñones, y demás, hasta puede llegar a un fallo multiorgánico, por lo que habrá que empezar a enchufarla a máquinas para mantenerla con vida.” 
                                                                    

La familia se quedó mirándose hasta que alguien preguntó: 
“¿Ustedes no ven solución, se va a morir?” 
“Miren, le contestaron, si nos la llevamos a U.C.I., es porque pensamos que podemos salvarla, aunque se tienen que poner en lo peor” 
“Mire, si se mejora porque reacciona a la medicación estupendo, pero si no reacciona y ya no hay nada que hacer sino mantenerla enchufada a las máquinas y en una situación irreversible, la desconectan de todo, pues eso es lo que ella ha expresado a todos y nosotros estamos de acuerdo” 
                                                                    

Así quedó la cosa, pero la enferma fue mejorando y reaccionando al tratamiento, por lo que pasó a planta a las 48 horas. 
Tenía días mejores y peores, pero llegó a un punto en que los médicos dijeron que había que darla de alta, aunque debía seguir con cuidados médicos y pendientes de que no volviera a entrar en riesgo de encefalopatía, por lo que ya no podría vivir sola, y la familia sólo podría hacer funciones de compañía, ya que necesitaba personal cualificado medicamente a su alrededor. 
                                                                   

¿Qué hacer con una persona que sólo contemplaba la idea de volver a su casa? 
Costó razonamientos, lágrimas, y que interviniera la asistenta social, para convencer la de que tendría que vivir en un centro donde pudieran atenderla adecuadamente. 
Ahora vive en una residencia bien atendida, donde la familia la visita regularmente, aunque se está comiendo sus escuálidos recursos a la espera de que se resuelva u solicitud de ayudas a la dependencia. 
Mucho cariño, buenas relaciones y gente buena que sabe que lo primero de la vida es ayudar al necesitado, y no con dinero sólo, sino con amor, dando mucho de nosotros mismos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario