martes, 1 de octubre de 2019

Terrorífica fantasía


¡Cómo habían cambiado las ciudades! Y todo. Estaríamos quizás en el año 2070 0 2080 del antiguo calendario, ya que desde que se instauró el poder del “Bienvenido”, estábamos en el año 5 del “nuevo tiempo”.
                                                                        


En un lejano día, las gentes se habían lanzado en pueblos y ciudades a la calle, en una revolución sangrienta por conseguir comida y otros bienes necesarios para sus hijos y familias, y tal había sido en caos y las matanzas, que aquellos salvadores habían sido recibidos con fervor por todos o casi, no sin grandes medios y enorme represión; al principio dando de todo a las desesperadas gentes para luego imponer un régimen autoritario y tabulado del que era imposible sustraerse, y esta forma que llamaban “el mandato del pueblo”, había fraguado poco a poco en el resto del mundo, y sólo un grupo de osados había escapado a otros planetas desconocidos.
                                                                        


Todos los periódicos fueron clausurados, y encarcelados todos los informadores en algún confín que nadie conocía. Se habían prohibido los móviles, los periódicos digitales y cualquier otro medio de conocer la realidad; la única información que se daba, siempre positiva y conductista, la daba el único canal de televisión que era dirigido por el “Bienvenido”´, ya que internet había desaparecido para todos.
                                                                       


Cada individuo, recibía semanalmente su ración semanal de comida y algo de ropa cuando empezaban los nueve meses de frío glaciar, y poco más. Los descontentos desaparecían, y nadie se atrevía a exteriorizar sus pensamientos, pues todo y todos eran vigilados a través de censores, cámaras; y los “vigías de distrito”, que eran los más crueles, quizás por conservar su estatus.
                                                                    


Había salido, como en días anteriores, a pasear por aquellas calles solitarias y envueltas en una nebulosa efervescente,  en las dos horas en que se podía salir, cuando de pronto me empecé a cruzar con gentes que corrían despavoridas, hasta que toda una masa de gente aterrorizada me arrinconó en una cerrada puerta.
                                                                        


Pude ver, cómo eran perseguidas por un grupo de artefactos en forma de aquellas aspiradoras redondas que limpiaban los hogares antaño, pero con la diferencia que estas disparaban ondas o algo parecido que dejaba a las personas tendidas en el suelo fulminadas.
                                                                         


Mi apacible y temerosa actitud cambió, cuando vi a una joven con un pequeño en brazos que era perseguida por uno de aquellos terribles “escarabajos”, por lo que con una barra que estaba tirada en el suelo, machaqué sin pensármelo dos veces al temible artefacto.
Y ya no puedo decir más, pues ahí acabó mi tiempo, y ni yo mismo sé como he podido contar esto, pues los muertos no vienen nunca a visitarnos ni a contarnos la historia.

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