¡Cómo habían cambiado las
ciudades! Y todo. Estaríamos quizás en el año 2070 0 2080 del antiguo
calendario, ya que desde que se instauró el poder del “Bienvenido”, estábamos
en el año 5 del “nuevo tiempo”.
En un lejano día, las gentes
se habían lanzado en pueblos y ciudades a la calle, en una revolución sangrienta
por conseguir comida y otros bienes necesarios para sus hijos y familias, y tal
había sido en caos y las matanzas, que aquellos salvadores habían sido recibidos
con fervor por todos o casi, no sin grandes medios y enorme represión; al
principio dando de todo a las desesperadas gentes para luego imponer un régimen
autoritario y tabulado del que era imposible sustraerse, y esta forma que
llamaban “el mandato del pueblo”, había fraguado poco a poco en el resto del
mundo, y sólo un grupo de osados había escapado a otros planetas desconocidos.
Todos los periódicos fueron
clausurados, y encarcelados todos los informadores en algún confín que nadie
conocía. Se habían prohibido los móviles, los periódicos digitales y cualquier
otro medio de conocer la realidad; la única información que se daba, siempre
positiva y conductista, la daba el único canal de televisión que era dirigido por
el “Bienvenido”´, ya que internet había desaparecido para todos.
Cada individuo, recibía
semanalmente su ración semanal de comida y algo de ropa cuando empezaban los
nueve meses de frío glaciar, y poco más. Los descontentos desaparecían, y nadie
se atrevía a exteriorizar sus pensamientos, pues todo y todos eran vigilados a
través de censores, cámaras; y los “vigías de distrito”, que eran los más
crueles, quizás por conservar su estatus.
Había salido, como en días
anteriores, a pasear por aquellas calles solitarias y envueltas en una nebulosa
efervescente, en las dos horas en que se
podía salir, cuando de pronto me empecé a cruzar con gentes que corrían despavoridas,
hasta que toda una masa de gente aterrorizada me arrinconó en una cerrada
puerta.
Pude ver, cómo eran perseguidas
por un grupo de artefactos en forma de aquellas aspiradoras redondas que
limpiaban los hogares antaño, pero con la diferencia que estas disparaban ondas
o algo parecido que dejaba a las personas tendidas en el suelo fulminadas.
Mi apacible y temerosa
actitud cambió, cuando vi a una joven con un pequeño en brazos que era
perseguida por uno de aquellos terribles “escarabajos”, por lo que con una
barra que estaba tirada en el suelo, machaqué sin pensármelo dos veces al
temible artefacto.
Y ya no puedo decir más,
pues ahí acabó mi tiempo, y ni yo mismo sé como he podido contar esto, pues los
muertos no vienen nunca a visitarnos ni a contarnos la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario