Estaba
perdidamente enamorada de él, pero no controlaba ni lo había
sujetado en ninguna de las barbaridades que había hecho durante el
tiempo que llevaban relacionándose, simplemente se planteaba esta
relación hasta que durara, sin importarle el futuro, sólo el día a
día.
Ramón
dependía solamente de sus adicciones, alcohol, hachís, cocaína,
heroína y cualquier otra sustancia que pudiera meterse para embotar
sus sentidos.
Todo
empezó cuando su madre se fue con otro y no quiso saber nada de él,
a quien había dejado a cargo de una tía de donde se escapó con
catorce años. Su padre murió de sobredosis cuando el aún no había
cumplido los cuatro años. ¿Fue el principio del fin? Está por que
lo averigüen los entendidos del ramo.
El
último que lo ayudó, fue un primo lejano gerente del Hospital
Provincial, que lo colocó a dedo de celador, lo que fue incapaz de
conservar debido a sus vicios, pues fue expulsado al sorprenderlo
infraganti robando material de quirófano.
Junto
con su pareja, Sonia y con uniformes de celadores de dicho hospital,
se colaron una noche para ver que podían afanar para cubrir sus
necesidades. Ella se escondió en la capilla y el esperó en el
servicio de caballeros de la planta octava, hasta que todo estuvo
tranquilo y decidieron empezar a robar todo lo que estuviera a su
alcance.
El
empezó a entrar en todas las habitaciones empezando por la planta en
la que estaba, si veía a alguien despierto les preguntaba si
necesitaba algo y en caso de que estuvieran dormidos les quitaba
cartera, móviles, joyas y cualquier cosa que tuviera algún valor.
Ella
lo esperaba en la misma planta pero en la zona de ascensores de
servicio médico, junto a las escaleras, de forma que él le iba
entregando todo lo robado.
Fueron
bajando hasta que al llegar a la planta segunda, Traumatología, un
chico hospitalizado y que cargaba su IPod de última generación,
empezó a gritar: “Al ladrón, al ladrón, están robando”.
Se
organizó un gran revuelo, los enfermeros de guardia avisaron a
seguridad y estos los cogieron a los dos, para a renglón seguido
llamar a la policía.
Mientras
estos vinieron, les dieron bofetadas y patadas de todas clases, de
forma que recuperaron cinco carteras, dos cadenas de oro, nueve
móviles de última generación y hasta un ordenador portátil.
Ni
que decir tiene, que al día siguiente se redoblaron los controles de
entradas y salidas del hospital, aunque impidieron que saliera en los
periódicos, pues el culo de algún preboste estaba en entredicho.
Como
yo me meto hasta en los charcos y estaba ingresado en el hospital en
dicho momento, seguí la noticia por internet y en un periódico
local, por lo que me enteré de que a ella la dejaron libre con
cargos y a él lo mandaron a la cárcel, pues era reincidente.
Por
el abogado de oficio que le asignaron, se que Ramón seguía con sus
vicios en la cárcel, por lo que no tuvo reparos en prostituirse para
conseguir drogas.
Llevaría
un año en el trullo, cuando apareció colgado de su celda, desnudo y
con un cartel que decía:”Por chivato y bujarrón”.
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