Salió de casa cabreado,
porque le fallaba la conexión inalámbrica del ordenador y no había podido leer
las noticias de los más importantes periódicos, y como era temprano entró a
tomar un café antes de incorporarse al trabajo diario.
Se quedó en la barra, y
escuchó una conversación de una cercana mesa:
-“Pues yo, a los equipos de
futbol en cuyo campo se pite al escuchar el himno, les negaba su participación
en la Copa del Rey.
-Lo que habría que hacer, repuso otro, es irse donde haya algún acto en donde se toque el himno de
cualquiera de los nacionalistas, repartir silbatos a la entrada y pitarles a
ellos, a ver si entonces el Mas también se reía.
-Pues yo creo que eso es una
moda, es como un virus que se contagia cada vez que hay un acto institucional,
o no os acordáis cuando el Zapatero iba al desfile del día de las Fuerzas
Armadas, como también le silbaban siempre el mismo grupo de ultras.
-Es como tú has dicho, un
virus contagioso.”
Me acabé el café, y tomé el
camino del despacho. Al llegar, noté que la
secretaria de la entrada no estaba, así que le pregunté a Quijano:
“-¿Qué pasa que Gema no está
en recepción?
-Ha llamado diciendo que
estaba enferma, por lo visto un virus de esos que andan.”
Por lo visto en este país,
el culpable de todo es un ente desconocido y perverso, que nadie ha visto pero
del que todos hablan achacándole todos los males: UN VIRUS.
En el receso de media
mañana, llamé a un informático para que me dijera qué le pasaba al ordenador y
si podía arreglármelo, diciéndome que se lo llevara, pero que seguramente sería
un virus. Otra vez aparecía el bichejo.
Al llegar a casa a comer,
puse el telediario para ponerme al día, y en una tertulia política de las de
aquella cadena, nuevamente escuché hablar de aquella pesadilla nacional: “Esto
de que aparezcan nuevas formaciones políticas, es como un virus que se ha extendido
por España y que acabará en convertirse en una pandemia.”
Echando una cabezada en el
sillón después de comer, soñé que el país volvió a ser otro mucho mejor y sin
problemas, desde que se destinaron cientos de millones de euros en recursos
para acabar con esta maldita plaga que todo lo invade, aunque no acabó de
desaparecer del todo, pues se contagiaron corruptos, inmigrantes, políticos,
funcionarios, hospitales, sindicatos, patronal, Colegios Oficiales, parados,
autónomos y casi todo tipo de comunidades de más de tres miembros o miembras.
Todos los desastres
mundiales se deben: En Cataluña y País Vasco, achacaban el contagio del virus
de sus males a España, en Madrid a los nacionalistas, en Estados Unidos a
China, en Rusia a USA, y en Bruselas centro neurálgico de la CEE, a los “Pig”, países
incontrolados del Sur de Europa que con su buen vivir en la anarquía, ponen en
peligro a todos.
Tengo que consultar a
alguien que sepa, si a Australia también ha llegado el temible bicho.
Si creéis que soy exagerado,
“que venga un virus y lo vea.”
En Madrid, a 5 de Junio del
2015
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