martes, 22 de diciembre de 2015

Nochebuena familiar

Un año más se reunía la familia en este día tan señalado, aunque la falta de la matriarca de la familia era notable.
                                                                       


Todos, o casi, vivían fuera de Pamplona, por lo que fueron llegando unos antes y otros después a la casa familiar que estaba con olor a cerrado, fría y como solitaria, aunque limpia. Fueron organizando la cena, repartiéndose los quehaceres, y disimulando hasta donde se podía la ausencia que todos sentían, pues el nefasto final de julio estaba presente en los silencios, pero era además un año especial, pues también importaba estar con la tía Elvira de noventa y tantos años.
                                                                        


Y fueron llegando todos, en la fría noche estrellada, a la cena: la tía y su hijo solterón; Viky, (mi nuera adjunta y médico de cabecera), Elvis, Emma, (la hermana mayor con sus ya crecidos mellizos) y su marido; el menor de los hermanos Santiago, con su mujer Pilar (mi hija), y los más pequeños de la casa, mi princesa Olivia y Santi.
                                                                      


Los que no estaban ocupados en la cocina, se fueron sentando, y poco a poco la cena quedó servida, solo el sillón en la cabecera de la vetusta y surtida mesa, quedó ausente en memoria de la madre fallecida.
                                                                     
 
Hicieron un brindis por los presentes y ausentes, y hablando de nimiedades y anécdotas, fueron comiendo pausadamente, aunque los niños muy serios estaban como absortos mirando el asiento vacío, hasta que su madre, Pilar, se acercó a ellos para que fueran comiendo.
“¿Qué os pasa?, ¿No os gustan estas cosas tan ricas?”
“Es que mamá, ha venido la Abu a darnos un beso, y nos ha dicho que estamos muy guapos, y que ella desde el cielo nos ve y nos protege”, dijo Olivia.
                                                                


“A mí también. Yo también la he visto”, contestó Santi.
Todos se quedaron parados escuchando a los niños, como hipnotizados mirando el asiento vacío, hasta que la tita Viky dijo: “Brindemos por la Abu y por estar juntos otra vez”.
                                                                    


Y poco a poco, reanudaron las conversaciones con el fin de quitar lágrimas de los ojos por el recuerdo de la cena con Emma el año anterior, y  normalizando la forzada alegría por el encuentro, con los niños ya comiendo, aunque los “picantones al horno” se habían quedado un poco fríos.
La reunión continuó con los postres, los dulces y con la presencia de Papá Noel que llegó cargado de regalos, sobre todo para los niños.


Los peques cantaron villancicos que sabían ayudados por los mayores, y siguieron todos disfrutando del presente, de esta su “nochebuena familiar”.
Un año más en que la familia se reencontraba a pesar de las distancias y los quehaceres, pero con la alegría de verse todos de nuevo.
Estas fechas bien lo merecen.

¡Felices Navidades a todos!
                                                                        

2 comentarios:

  1. Aunque ya te he dado las gracias por este homenaje tan bonito a la Abu, mi madre, quiero k quede constancia también en tu blog y si no tienes inconveniente me gustaría compartirlo con mis amigos. Un beso y gracias

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  2. Por supuesto que puedes compartirlo. Un beso y lo dicho, Feliz Navidad.

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