Fuimos llegando poco a poco
al restaurante de mi amigo Fran (Hacienda Ntra. Sra. de la Merced), donde había
reservado mesa Manolo Ochoa. Algunos sin dudarlo se dirigían al grupo, otros
más despistados como yo, tuvo que preguntar al camarero donde estaban sus
antiguos compañeros.
Cada uno decía quién era,
aunque la realidad es que la pinta caracterizaba a los adolescentes del ayer,
compañeros de pupitre y de clase del colegio de los Hermanos Maristas de Sevilla,
primero en la calle Jesús del Gran Poder y luego en San Pablo, ya que el nuevo
colegio del barrio de Los Remedios, no todos lo conocieron.
Hablábamos, con una copa en
la mano saltando de grupito en grupito, de las profesiones de cada uno, de las
familias y de los nietos, y de nuestra estrenada o por venir jubilación.
Íbamos a ser un grupo muy numeroso,
pero ya se sabe que a nuestras edades, que si una muela, que si una gastroenteritis
o un viaje forzoso, y algunos la convalecencia de una enfermedad o de una
operación. Total que al final fuimos once amigos hablando de nuestras cosas, de
la vida de los que faltaban, de nuestros antiguos profesores, etc.
Nos reímos de las antiguas gamberradas
al profesor de francés (Mª Antoñeta) que fumaba como un carretero sus “Camel”,
al de dibujo, que poníamos pelusas en la cabeza y colgábamos muñecos en la
chaqueta (El plantisa), de D. Paco Puñetas que nos daba Historia del Arte, etc.
Equipo de balonmano 1º D año 1961
De los motes de los curas:
El búho, el pija, el místico, el
Carpanta, etc. Del hermano Valeriano que nos quitaba el tabaco para fumárselo
él, de los bocadillos de “migas de atún” que nos despachaba en el ambigú del
hueco de escalera “El Pelao”, y de un montón de anécdotas personales que
recordábamos entre risas.
Charlas distendidas
comentando los avatares de una época, en que todos en el recuerdo la veíamos
feliz y despreocupada, ya que el pasado, y más si somos más o menos normales, se
idealiza.
Visita a las Ruinas de Itálica año 1967
Brindamos por todo; por los
que estábamos y los que no; por la felicidad, por la amistad, por las navidades.
Y ya puestos a irnos a las tantas de la tarde-noche, señalamos fecha para
volver a encontrarnos, ya que ratos así merecen la pena.
Vivíamos en una época difícil
con muchas cortapisas, y donde económicamente se empezaba a salir de largos
años de penurias, pero como comentábamos entre nosotros, nada dejó secuelas
negativas en nuestras vidas gracias a Dios.
Desde aquí, un abrazo a
todos los que estuvisteis y a los que no pudieron asistir.
¡Hasta pronto amigos!
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