lunes, 30 de abril de 2018

¡Qué cosas!


Llegaban a su casa, un chalecito acosado (perdón adosado) como siempre discutiendo, pues él era un ser muy ingenuo, casi como un niño, y se metía en muchos problemas por decir siempre lo que pensaba, sin medir las consecuencias, cuando su mujer le preguntó:
                                                                  



-¿Te has dejado la luz de la cocina encendida?
-Seguro que no, - le contestó.
-Pues sí, además hay un cristal roto en la ventana. ¿Habrán entrado ladrones?
-Espera en el coche mujer, que voy a ver.
Entró en la casa. Y al rato salió charlando con un desconocido que portaba una enorme bolsa, al que despidió dándole la mano, por lo que su mujer le preguntó:
-¿Qué pasa, quien era ese hombre?
                                                                 


-Es que se había colado una tremenda serpiente en casa, y ese hombre que era del zoológico, ha tenido que romper un cristal para buscarla y que no mordiera a nadie.
-¿Y te lo has creído? -dijo ella de malos modos saliendo del coche.
-¡Ah!, me ha dicho que no nos asustemos, pues ha dejado todo revuelto porque no encontraba al bicho.
-¡Y tú te lo crees todo, como siempre! ¡Hay que ver este hombre! – dijo ella indignada.
Entraron y vieron que efectivamente todo estaba revuelto, y ella como si tuviera una premonición, se dirigió al dormitorio que también estaba desordenado y con todos los cajones abiertos. Se fue directa a buscar las cosas de valor.
                                                                    


-¡Me han robado todas las joyas! ¡Y el sobre del dinero ha desaparecido! –gritó con la cara roja de ira.
A Manolo se le puso una carita de asombro como si aquello no fuera posible. Además se habían llevado el ordenador portátil, la Tablet y una carísima máquina de fotos.
Llamaron a la policía y les dijeron que no tocaran nada hasta que llegaran los agentes.
                                                                    


Se quedaron sentados en el coche, donde ella seguía relatando sin parar, y él escuchándola resignado.
Al cabo de dos horas llegaron los agentes, que no pudieron evitar reírse cuando el pobre Manolo les relató lo sucedido, y seguían oyéndose carcajadas cuando estos abandonaban la casa y se subían al vehículo.
                                                                     


Manolo se sentó en el sofá y le dijo a su esposa:
-Mañana temprano daré parte al seguro, y además se han llevado el mando de la tele.
-El mando está debajo del sillón ¿Para qué iban a querer un mando sin la tele? ¡Es que eres tonto Manolo! ¡Eres el más tonto del universo! Hay que ver creerse lo de la boa –le decía su mujer indignada.
Bueno, pues así era todo lo que le pasaba.

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