lunes, 2 de abril de 2018

Soluciones ya


Tiempos convulsos nos han tocado vivir en este gran país que es España, ya que las leyes, las normas, los estudios y las propuestas de las diferentes comisiones, se amontonan en el Congreso de los Diputados sin que los diferentes grupos  políticos se pongan de acuerdo en casi nada, ya que prevalecen los intereses espurios de cada uno de ellos, por no perder electores, por querer ser los protagonistas de la foto.
                                                                 


Y pasa, que nuestros representantes, cada vez se desconectan más de los intereses de los ciudadanos, que aspiran únicamente a que se resuelvan sus problemas del día a día, acuciantes en algunos casos, y otros  inapelablemente de bulto para una mejor convivencia de futuro: En lo social, educativo, corrupción y paro, por sólo nombrar los más importantes, aunque también el tema nacionalista y de los nacionalismos secesionistas  tendría cabida en esto.
                                                                 


Esto hace que los problemas cada vez se hagan mayores, al no ser receptivos nuestros electos diputados a solucionarlos, y que no me hablen que son pocos o de una mayoría insuficiente. Que se pongan de acuerdo y pacten hasta con el diablo si hace falta, pero que paren ya de esta inoperancia que está procurando una desafección de la gente hacia los partidos, única forma de que un día cualquiera aparezca algún mesías populista y la gente lo vea como una tabla de salvación.
                                                                  


Volvería a repetirse la historia trágica de este país que sabe mucho de confrontaciones y  caudillismos, aunque esta nueva generación no se acuerde ni  sepa nada sobre nuestra sangrienta historia de cainitas.
                                                                       
 
Este estado de cosas ha propiciado que la calle esté agitada, con manifestaciones de mujeres, de jubilados, de sanitarios, de bomberos, de parados. Hasta las fuerzas de seguridad y los funcionarios gritan en la calle para que se acaben las injusticias y se atiendan sus reivindicaciones.
                                                                    


Es curioso, pero sólo los jóvenes, sobre todo los estudiantes,  hacen gala de un pasotismo que no encaja con las inquietudes que tuvimos nosotros en otro tiempo en que la lucha era necesaria para acabar con el estado inmovilista de las cosas.
¿Hasta dónde tendremos que llegar para que la máquina anquilosada que nos gobierna se ponga en movimiento?

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