Hay pocos gestos más
elocuentes que denoten amor, ternura, amistad entrañable que un abrazo. Con un
abrazo se disipan las amenazas, los miedos, la inseguridad. Te relajas y
sientes la potencia del otro unidos en un solo sentimiento.
En otras culturas que no sea
la mediterránea, ese tipo de acercamiento es extraño, por mucha proximidad que
haya entre personas, como mucho, todo queda en un estrechamiento protocolario de
manos o en una medida reverencia como en Japón, inclinándose más la persona considerada
de menor rango. Los besos y efusiones se dejan para una reservada intimidad.
Pero al final lo que queda
es abrazarse, confiar en el otro, amar y dejarse amar en el tobogán de la vida;
solamente es verdad lo que puede abrazarse, lo demás es humo.
Un abrazo puede convertir un
mal día en el mejor de nuestra vida, y un beso sin un abrazo es como un perfume
muy valioso pero que no podemos oler su fragancia. Un buen abrazo te cambia el
metabolismo.
Un abrazo es dar amor sin
decir nada, es el mejor remedio para un alma enferma.
Si encuentras a quien
abrazar cerrando los ojos y olvidándote de todo lo demás, aunque dure poco,
sentirás un gozo interior incalificable y podrás sentirte afortunado.
A veces me han abrazado tan
fuerte, que cuando se ha ido la persona noto que el abrazo se ha quedado
conmigo. Esto me hace sentir bien, me hace mejor persona, es como una droga
milagrosa.
Abrazando a la mujer que
quiero, siento que nuestro amor nunca podrán sacarlo de raíz. Esa magia hace
que desaparezcan las tristezas y me acelera el corazón. Este abrazo íntimo
entre dos personas es un virtuoso paso de baile.
Cuando en una discusión
entre amigos verdaderos y por muy espinosa que resulte la afrenta, con que una
de las dos personas diga: “venga, olvidémonos de esta tontería y dame un abrazo”,
se habrá terminado el problema, y seguro que hasta con alguna lágrima de por
medio.
No llores por lo que no puedas
abrazar, no te enfades con el que te quiere, no sacrifiques una buena amistad
por una mala palabra, no cierres tu corazón ante quien te ama.
No hay mayor felicidad interior
que el que tiene voluntad de perdonar, el que abraza de corazón a alguien
cercano o distante. Abracémonos aunque no haya motivos aparentes, la otra
persona sabrá ponerle nombre.
Un fuerte abrazo a todos.
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