viernes, 28 de junio de 2019

Intempestiva llamada

Dormían profundamente, cuando insistentemente empezó a sonar el portero electrónico. La primera en despertarse fue Sandra, que, dándole un codazo a su marido, le gritó: “Están llamando; a ver qué pasa.” 
Después de varias vueltas en la cama y algún codazo más, se incorporó: “Por Dios, ¡son la una y media de la mañana!”, y como pudo se levantó, y dando tumbos por el pasillo llegó a la puerta y descolgó el telefonillo gritando: 
                                                   

“¿Quién es?  
¡Ábreme, soy Maruja! 
¿Qué Maruja? 
¡Paco, soy yo, ábreme que vamos a despertar a los vecinos! 
Yo no me llamo Paco ni te conozco a ti. 
Déjate de cachondeo Paco, que es muy tarde y vengo un poquito puesta. 
Señora que no soy Paco, a gritos, ¿A qué piso llama usted? 
Paco, es tu piso, el 4º D. 
¡Señora que este es el 3º D, y no vive ningún Paco!” Dijo a grito limpio, y tras lo cual se volvió a la cama. 
“¿Quién era cariño? Le preguntó su mujer. 
Una equivocación, y se dispuso a seguir durmiendo.” 
                                                    


Aún no había cerrado los ojos, cuando de nuevo empezó a sonar de nuevo la puerta sin parar, con lo que ya se levantó dispuesto a matar a alguien, descolgando el teléfono de un tirón y estando a punto de arrancarlo de la pared: 
“¡Señora que aquí no vive Paco, que yo me llamo Florencio! 
Pues ábreme Florencio, que Paco no está y nos vamos a divertir un ratito: 
¡Si vuelves a llamar, llamo a la policía!” Y colgó. 
Al llegar al dormitorio, su mujer estaba totalmente despierta, y le recriminó enfadada: 
“Con que no la conocías, ja, y te ha llamado por tu nombre. 
Que no, mujer, que era una equivocación. Buscaba a Paco, alguien del 4º D. 
                                                     

Pero si te ha llamado por tu nombre y te ha dicho que ibais a pasar un ratito divertido. 
Venía borracha, y al no estar su amigo pretendía que yo le abriera. 
Si, sí. Ahora resulta que tú eres un santo. Seguro que le habías avisado que yo tenía el turno de noche en el hospital, y al cambiarlo te he jodido el plan. 
Por favor Sandra, tranquilízate. Todo ha sido una equivocación, no le busques cinco pies al gato. 
¡Cómo si fuera la primera vez que te pillo en un renuncio! 
Sandra; aquello fue hace muchos años, y aún éramos novios. 
¿Y por qué fuéramos novios aquello no fueron cuernos? ¿Y si yo te lo hubiese hecho a ti? 
Tranquilízate, Sandra, aquello fue un desliz, y desde entonces nunca más ha pasado, ni volverá a pasar. 
¿Y esa que venía buscándote? 
Te juro Sandra, que todo ha sido una equivocación. 
Mañana te vas con tu madre, y ya hablaremos largo y tendido. 
Por favor Sandra, que te equivocas; que yo no esperaba a nadie, que todo ha sido una equivocación.
                                                 
 
Tú, mañana, con tu madre hasta que yo aclare mis ideas y hablemos. 
Te equivocas, te equivocas.” 
Ya no pudo dormir en toda la noche por las amenazas inmerecidas de su mujer, y es que era realmente muy celosa. 
A la mañana siguiente no se dirigieron la palabra hasta la hora de salir hacia el trabajo, que se quedaron mirando y ella le dijo: 
“Anda, dame un beso y perdóname 
Todo quedó en un incidente matrimonial que produjo una intempestiva llamada. 

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